PERFIL DE LOS SACERDOTES MISIONEROS DE LA PUREZA TRINITARIA

¡El Señor ha puesto en nuestras manos algo muy hermoso, grande y trascendente, la semilla de la santidad sacerdotal, una generación de sacerdotes que aspiren ser santos! 

¡La casa edificada sobre roca! Sacerdotes evangelizados que tengan una experiencia profunda con Jesucristo vivo y presente en los sacramentos, en la Iglesia, en los pobres y enfermos; en los que sufren por estar esclavizados, cegados por vicios y pecados.  

La Iglesia necesita un nuevo linaje sacerdotal, sacerdotes sanos integralmente, sacerdotes que tengan como meta personal ser santos, enamorados de Dios y de las almas, con celo apostólico, santa valentía para anunciar y denunciar, para defender la Verdad misma del Evangelio. 

Sacerdotes que busquen las cosas de arriba, colocando en su corazón el anhelo de las cosas del cielo, no las de la tierra. Que trabajen con ahínco en mortificar las pasiones del hombre terrenal, no hay tregua en la lucha contra los enemigos del hombre: el mundo, el demonio y la carne. Desarrollando la agudeza para huir de la fornicación y todo tipo de impureza, los malos deseos y la avaricia. (Cfr. Col 3,2-10)

Sacerdotes con corazón ardiente de caridad y de celo por las almas, sin temor a salir por ellas a su encuentro, rescatando la oveja perdida en la impureza del pecado. 

Es importante que como Sacerdotes Misioneros Hijos de la pureza, nunca permitir se anide en nuestro corazón deseo de poder, tener y placer; que sutilmente tocan a la puerta para entrar y robarnos las más puras de las intenciones del servicio en la Iglesia. Todo poder corrompe el corazón del hombre; por eso no hemos de ver los puestos de autoridad como tal, sino como un humilde servicio que alguien debe realizar, sabiendo que la autoridad es Jesucristo que siendo nuestro amo y Señor, se colocó frente a nosotros como el servidor de todos para darnos ejemplo de amor en el servicio. (Cfr. Jn 13,13-15).


Sacerdotes dispuestos a donarse por la salvación de las almas que le son encomendadas. Que sean ofrenda viva de amor a Dios por la conversión de los pecadores, que su prioridad sea la misión de Cristo: llevar la buena nueva, el mensaje a todos los hombres, tomando como modelo las bienaventuranzas y las obras de misericordia. 

Sacerdotes que atraigan a las almas a Cristo, que no les de miedo ser humanos, ser cercanos según el modelo de Cristo, que ante toda situación en sus vidas siempre se pregunten ¿Qué haría Jesús en mi lugar? 

Sacerdotes que sepan combatir espiritualmente para defender al pueblo de Dios de sus enemigos, que valoren el ayuno, que se mortifiquen. Sacerdotes que no teman a la cruz, que se abracen con fuerza a ella como el único camino que nos lleva a la gloria. 

Sacerdotes que tengan tiempo de confesar y acompañar mediante la dirección espiritual a las almas que el Señor les confía.

Sacerdotes que se dejen transformar por Cristo, para que sepan mostrar el rostro misericordioso de Dios. Que recurran con frecuencia al sacramento de la confesión, porque solo quien ha experimentado la misericordia por su gracia y su perdón, podrá ser instrumento en sus manos para prodigar misericordia que nace de un corazón perdonado y amado por Dios. 
Sacerdotes que sepan que el Amor lo puede todo, que no busquen seguridades en las cosas terrenales. Sacerdotes que no tengan miedo de amar, que vivan enamorados, apasionados, libres para amar a Dios. Sacerdotes que se donen por completo hasta dar la vida por los suyos a ejemplo de Jesucristo Sacerdote, que se hizo víctima para entregarse por todos. 


Sacerdotes que mantengan una constante relación de amor e intimidad con Dios a través de la oración. Sacerdotes que sepan vivir en la cotidiana presencia de Dios. Sacerdotes que respondan al amor de Dios viviendo las bienaventuranzas del Evangelio, amando a los demás mediante las obras de misericordia, aprendiendo a negarse a sí mismos, tomando su cruz de cada día. 

Sacerdotes, que se nutran de los sacramentos, que tengan hambre de la Eucaristía como alimento que nutre y purifica, para hacernos cada vez mas limpios en su presencia. Sacerdotes que sean Marianos, muy Marianos, todos de María para Jesús. 

Sacerdotes que tengan de modelo a San José, custodio de pureza. Para que siguiendo su ejemplo sepan en todo momento custodiar lo Sagrado, guiar y formar a quien Dios pone a su cuidado, haciendo la Voluntad de Dios y dejándose conducir por él, siendo dóciles a su voz.

Seguimos trabajando para tener un reglamento completo, que sea muy claro y especifico, en áreas, funciones, sanciones, jerarquía, autoridad, horarios, comisiones, uso de espacios, permisos, reglas de convivencia, disciplina y espiritualidad

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