PROCESO DE ADMISIÓN Y ETAPAS FORMTIVAS

                PROCESO DE ADMISIÓN

Paso 1: 
  • Taller de discernimiento vocacional. “Alza tu Vuelo y descubre el Plan de Dios en tu vida”. Donde conoce el plan que Dios tiene para servirlo optando por un estado de vida: casado, soltero, religioso o sacerdote misionero.


Paso 2: 
  • Vivir los talleres de la Restauración de la Pureza (5 bloques) : 1. Jesucristo Restaurador la pureza, 2. Caminando en pureza de la mano de María, 3. San José custodio de la pureza, 4. Espíritu Santo Fuente de toda pureza, 5. Dios Padre, pureza original. O bien el retiro de fin de semana: Alza tu vuelo en pureza.


Paso 3:  Los jóvenes que resulten candidatos para ser misioneros hijos de la pureza, entrarán en acompañamiento vocacional en familia (duración de 6 meses a 1 año), mediante llamadas telefónicas, entrevistas, apostolados en sus parroquias y comenzar una vida de oración mediante actos de piedad como misas frecuentes, horas santas, comunión frecuente, confesión mensual, rosario diario y lectura espiritual.

Paso 4: Neófitos 
Los jóvenes que deciden integrarse a la comunidad de misioneros hijos de la pureza Trinitaria, para continuar su pureza personal y experimentar la alegría de formar una nueva familia como nuevos hijos. Son acompañados en el ABC de la oración y la vida fraterna, se les ayudará a conocerse mejor en el acompañamiento humano y espiritual. También introducirlos a la dirección espiritual con entrevistas mensuales. 

                            ETAPAS FORMATIVAS

Año Mistagógico

Los jóvenes se integran a la comunidad de Misioneros Hijos de la Pureza, para continuar su camino de pureza personal y experimentar la alegría de pertenecer a una nueva familia. En esta etapa se les acompaña en el ABC de la oración y la vida de comunidad. Es también el  año en donde cada uno entra en su propio proceso de restauración de la pureza integral mediante exámenes psicológicos para obtener un diagnóstico en su estructura psíquica, emocional, humana y acompañarlos según resultados psicológicos en su camino de madurez; contando también con un proceso de madurez afectivo-sexual, mediante un programa personalizado, en donde irá integrando su persona, logrando poder establecer el balance entre razón y corazón, alcanzando una alianza entre ambos para así ir desarrollando una afectividad sana, madura y ordenada acompañado todo este proceso de la sanación interior mediante la oración. También introducirlos a la dirección espiritual y a las entrevistas desde el área humana de forma mensual. Así mediante el discernimiento responderán al llamado de Jesús: "Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; luego ven, y sígueme". La respuesta de cada llamado a vivir los consejos evangélicos deberá ser de forma personal pero efectiva para evitar el titubeo del joven del evangelio que se fue triste sin responder al llamado porque tenía muchos bienes. El neófito permitirá vaciarse de todo aquello que tiene como riqueza en su vida para permitir ser llenado con la gracia fecunda del Espíritu de Dios. El único enemigo de todo camino vocacional es buscarse de sí mismo, caminar egoístamente y cerrarse a Dios que es el mejor tesoro.

    Filosofía

Concluido el año mistagógico, los misioneros se integran a la formación sacerdotal en el grado que le corresponde filosofía y/o teología, haciendo vida fraterna en la casa destinada para la formación sacerdotal.
En sintonía con el Magisterio de la Iglesia y las enseñanzas del Concilio Vaticano II, se reconoce que la vocación al sacerdocio es un llamado, un don y a la vez un misterio que parte de la misión que Jesucristo confió a sus Apóstoles “implica en sí mismo dos proyecciones, sin que puedan faltar ninguna de las dos. La primera es… el misterio como un don otorgado gratuitamente por Jesucristo, cuya recepción vincula al sacerdote con el Dios trino. La segunda…  dispone al ministro como un misionero a partir de Cristo mitente. Y la tercera, resume las dos anteriores, obliga a tomarlo en consideración como un enviado a la Iglesia a la que sirve”. El sacramento del Orden sacerdotal es de institución divina y su origen radica en los doce apóstoles, quienes dejando todo, respondieron al llamado para estar en compañía de Jesús durante tres años y en la última cena instituye el sacramento de la Eucaristía y nace el sacerdocio con el mandato “Hagan esto en memoria mía”, después de su resurrección les envió a predicar la buena noticia por todo el mundo. El sacerdocio de Cristo, desde sus orígenes es la respuesta a un llamado de Dios y por su naturaleza es misionero.

    Teología

La etapa teológica es una de las más hermosas de la formación misionera, porque en ella se procura la configuración con Cristo Buen Pastor, asumiendo su forma de pensar, sus actitudes, criterios y estilo de vida. Son cuatro años de estudios en los cuales los candidatos al sacerdocio misionero, deberán asumir un estilo de vida en castidad, pobreza y obediencia, capaces de dar ejemplo significativo a quienes apenas inician su etapa formativa.
Para esto tendrán una esmerada formación y acompañamiento en libertad, que les ayude a madurar y asumir  el celibato sacerdotal de forma consciente y abiertos al amor en la entrega pastoral mediante el carisma propio de la pureza integral, sin caer en la soberbia espiritual que impida manifestar la sencillez de vida, el amor de Dios de forma equilibrada con todos los que le rodean. La castidad por el reino de los cielos, debe estar bien definida, junto con los otros consejos evangélicos de obediencia y pobreza.



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